viernes, 24 de diciembre de 2010

Cafe Hope.

Ese es el nombre del lugar al que fui por primera vez el jueves pasado.
Es un programa ofrecido mayormente para extranjeros que llegaron a Alemania como asilados. Viene gente de Irán, Etiopía, Marruecos...es realmente interesante.
Todo empieza con clases de alemán gratis y luego hay un tiempo para conversar entre todos, cantar y termina con una pequeña enseñanza.

Las dos veces que he ido lo he disfrutado mucho.
Fue maravilloso escuchar cómo traducían la enseñanza al árabe, inglés, turco y no sé qué idioma más por ahí. Creo que muchos de los que van son musulmanes. Es lindo saber que esta es una oportunidad para ellos de conocer la verdad en Cristo.

Lo que quiero contar fue algo que pasó ayer.
Llegué tarde y no estoy para nada orgullosa. Mi excusa: debía terminar (y empezar a decir verdad) con mis compras navideñas. De hecho que también me demoré más porque me entretuve viendo algunas cositas por ahí (soy mujer, se me está permitido hacerlo!). En fin. Llegué y ya todos estaban sentados en las mesitas conversando. Yo buscaba a una amiga y me dijeron dónde se sentaba ella. Me senté en la misma mesa a esperarla. En esa mesa había una pareja de esposos con sus hijos. Traté de hablarles en inglés, alemán y hasta español pero no me entendían y tampoco yo a ellos...hablaban persa. Son de Irán. Me sentía un poco extraña porque normalmente hubiera hecho un par de preguntas, pero no podía! Aún así, fue lindo. Siempre que los miraba me mostraban una linda sonrisa. Él me ofrecía todo el tiempo algo: una mandarina, café, dulces y hasta me trajo un pedazo de pizza. En realidad fueron tan amables conmigo! el idioma no fue una barrera en nuestra mesa.
Llegó mi amiga y ella hablaba un poquitín de persa (en realidad habla como 6 idiomas! jaja es lo máximo). Pudo preguntarles cuáles eran sus nombres y si trabajaban o algo así. Todo el tiempo ellos sonreían. Era tan lindo ver sus rostros.

A lo que quería llegar era a la lección que esa pareja de esposos me enseñó a mí.
Como mencioné, siempre tenían una sonrisa preciosa en sus rostros. Siempre se mostraron tan amables. El idioma no cumplió ninguna función, los gestos y muestras de amabilidad y cortesía, sí.
He dicho muchas veces que una sonrisa puede mucho. Mi papá siempre me enseñó con su ejemplo que debo mostrar amabilidad todo tiempo. Ayer lo recordé. Yo en esa mesa estaba más pensando: 'dónde está Melanie?' o 'esta situación es tan extraña...me miran, yo los miro...no hablo persa!'. No sé qué habrán pensado ellos, pero sus acciones me mostraron mucho. 

A veces por estar preocupados en nosotros mismos perdemos de vista a los que están a nuestro alrededor.
Una frase que escuché hace poco dice: "Ten tus ojos en la tierra prometida, pero mantén tu corazón en la gente". Jesús mismo amó a las personas y nosotros debemos seguir su ejemplo. Amar a los que nos rodean. Sin prejucios ni ninguna de esas tonterías que el mundo nos mete en la cabeza. Amar no solo por amar, amar porque lo sentimos, amar con todo nuestro corazón. Jesús dio su vida en una cruz porque amó a su gente, su pueblo.

Mostrar una sonrisa es muy sencillo y puede cambiar muchas vidas. Yo lo he experimentado! Uno nunca sabe. Dios sí. Él te puede utilizar por medio de una sonrisa o un gesto de amabilidad. Estás dispuesto a sonreír y dejar que Él te use para bendecir a otros hoy?



pd. La pareja de esposos recibió a Cristo en su corazón anoche. Gloria a Dios!

1 comentario:

  1. Estoy dispuesta, Debbie!!! justo hoy iré al dentista para mejorar mi sonrisa jijiji. Linda tu entrada amia :D

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